El 20 de diciembre de 1506 , 3 meses después del fallecimiento, doña Juana accedió a trasladar el cuerpo de su esposo de Burgos, concretamente desde Arcos de la Llana
lugar donde comienza la peregrinación hasta la ciudad de Granada para
ser enterrado, junto a su madre Isabel, en el Panteón Real de la
Catedral. Envío la Corte por delante, y ella personalmente acompañó el
cortejo fúnebre compuesto únicamente por frailes, media docena de
criadas ancianas, que debían ir siempre alejadas del féretro, los
porteadores y soldados fuertemente armados, que evitaban que ninguna
mujer de los pueblos o aldeas por los que atravesaban pudiera acercarse
al ataúd.
Hacía marchas
muy cortas, viajando solamente de noche a la luz de las antorchas que
portaban los soldados. Se detenían en algún pueblo al amanecer y en su
iglesia se introducía el féretro de don Felipe, al que durante todo el
día se le decían misas, celebrando una y otra vez el oficio de difuntos.
La propia Juana viajaba en carruaje y, a veces, a caballo para poder
acercarse hasta el cadáver que era trasportado en andas, y cuyos
portadores eran relevados con frecuencia debido al hedor insoportable
que, por motivo de un mal embalsamamiento, despedía el cuerpo. En una de
las paradas habituales al clarear el día, se introdujo el cadáver en un
monasterio del lugar. Al percatarse la reina de que se trataba de un
claustro de monjas, ordenó inmediatamente que se sacara el féretro de
allí y se acampara en pleno campo. Ese es el momento que idealiza
Francisco Pradilla en la célebre obra romántica: “Doña Juana la Loca”.
La
figura de doña Juana se encuentra en el centro de la composición,
mirando con ojos enfermizos el catafalco de su esposo adornado con las
armas imperiales: en el paño sobre el ataúd aparecen bellamente los
bordados del Águila Imperial Exployada y el León de Brabante. Sobre las
andas, estampados sobre el lienzo blanco, los cuarteles del Reino de
León, el Águila Imperial Bicéfala, Flandes y Tirol y Castilla; tras el
candelero, el cuartel de Granada, el Águila de Sicilia, el de Aragón y
el Borgoña.
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